lunes, 2 de marzo de 2009

Odiar a Israel está de moda

En los últimos años da la sensación de que en Barcelona, ciudad en la que vivo, odiar a Israel está de moda. Da igual si conoces en profundidad la actualidad del país, da igual si conoces sus características internas, da igual si conoces la historia del conflicto en los territorios ocupados, da igual si conoces la política de los otros países de la zona y su relación con el conflicto, da igual si alguna vez has leído o visto algo más allá de la foto de algún palestino herido. Con esto último ya es más que suficiente para que puedas opinar sobre Israel, y con mucho odio contra ese país, a ser posible.

Si sólo se tratara de los miles de jovencitos que se ponen los pañuelos palestinos sin tener ni la menor idea de lo que representan, toda la cuestión de esta moda no pasaría de ser una mera anécdota curiosa. Si solamente se tratara de opiniones al aire sobre temas que se desconocen, entonces ni siquiera sería algo digno de mención, ya que opinar sobre lo que se desconoce es algo muy frecuente hoy en día (como se puede comprobar en cualquier foro o agregador de noticias de la web 2.0, confundimos el "derecho" a opinar sobre cualquier cosa con el "deber" de hacerlo). Incluso cuando en una manifestación a favor de la paz en Gaza se ven banderas del independentismo catalán (¿qué tendrá que ver?) el tema puede ser tomado casi a risa. Cuando la gente sólo se manifiesta contra Israel, pero no contra la guerra del Congo -por ejemplo-, aunque allí muera mucha más gente, podemos simplemente achacarlo a la selectiva atención mediática a Oriente Medio. Sin embargo, cuando en dicha manifestación supuestamente pacifista se escuchan consignas a favor del grupo fundamentalista Hamás, se corean gritos de odio y hasta se exhiben armas (sólo de juguete, por suerte, aunque queda bien clara la actitud de algunos manifestantes) entonces el tema pasa a ser preocupante.

Actualmente tenemos a periodistas que son amenzados por expresar opiniones pro-israelíes (o a veces ni eso, sino simplemente opiniones no tan críticas con dicho país). Actualmente tenemos a un líder de izquierdas al que no le importa participar en una manifestación en la que se corean consignas violentas, se queman banderas y se expresa el apoyo a grupos terroristas. Esto lleva a una situación casi esquizofrénica, en la que de repente el apoyo a Israel (o la mera justificación verbal de su política exterior) se asocia con el hecho de ser fascista, cuando precisamente en España la dictadura de Franco expresó siempre un profundo anti-semitismo, impidiendo las relaciones diplomáticas y comerciales entre España e Israel. Incluso se oyeron el mes pasado voces que hablaban de cancelar el acto en conmemoración del Holocausto, aunque por suerte eso no ocurrió. Aun así, el tema se está poniendo muy tenso, y como consecuencia se puede notar un cierto crecimiento del antisemitismo. Permítanme que les cuente aquí algo del día a día en Barcelona.

Conozco personalmente a algunas personas que fueron a la citada manifestación, y sé perfectamente que jamás abren siquiera un mísero periódico
. Me imagino que tampoco leerán mucho sobre este tema el nenonazi descerebrado que atacó la histórica sinagoga medieval de la ciudad (un lugar de interés turístico en el que ni siquiera se practica el culto) hace algunas semanas. Casualmente, durante el mes de enero yo estuve haciendo un poco de turismo por lugares históricos de mi ciudad que aún no conocía, y la sinagoga medieval la visité justo un día antes de la citada agresión. Me molestó mucho pensar que no puedo visitar tranquilamente los lugares interesantes de Barcelona, sin preocuparme sobre si algún imbécil violento los va a relacionar con algún tema polémico de la actual situación internacional. Lo peor de esto es que no sólo los violentos irracionales son los que hacen ese tipo de asociaciones mentales desafortunadas.

Hace cosa de tres años estaba hablando con un amigo sobre algún tema de religiones, y le dije que yo era judío. Era mentira (no estoy bautizado en ninguna religión, y a nivel de creencias personales también soy profundamente ateo), pero siempre me hizo gracia la reacción de extrañeza de la mayoría de los españoles cuando les hago creer que están al lado de un judío (hay tan pocos aquí que es algo casi extravagante). El caso es que lo primero que me dijo fue "joder, qué chungo". Luego rectificó rápidamente (para indicar que su crítica iba hacia Israel -aunque también descubrí luego que no sabía mucho sobre Oriente Medio- y no hacia los judíos), pero su primera reacción -la que se hace sin pensar- me hizo notar claramente cómo relacionaba las ideas en su mente. Años después me encontraba hablando con alguien sobre lo ridículo que era echar la culpa a los judíos de todos los males del mundo (ya sabéis, las viejas teorías conspiratorias antisemitas que poco a poco van retomando fuerza) y la tercera persona presente (un hombre de cincuenta y tantos, educado e inteligente, con título universitario, que lee el periódico casi cada día) dijo "bueno, los judíos tienen la culpa de estar donde están". Luego también rectificó para redirigir la crítica hacia Israel, pero su primera frase me volvió a demostrar por dónde van las ideas de la gente antes de que piensen en lo que se debe decir para ser políticamente correcto.

Son sólo algunos ejemplos que demuestran claramente cómo el rechazo hacia Israel, mucha veces hecho desde la ignorancia, lleva directamente hacia el antisemitismo. Ahora mismo es indudable que odiar a Israel está de moda, entonces, ¿pronto descubriremos que estará de moda ser antisemita? Sería una pena, ya que Barcelona me parece en general una ciudad bastante abierta a lo extranjero. Hoy en día me encuentro cada día con mujeres que manifiestan su creencia en el Islam mediante el uso del "chador", e incluso he visto en varias ocasiones a religiosos musulmanes con ropas y barbas muy ortodoxas, sin que a nadie le llame la atención. Es algo que me gusta, porque manifiesta una situación de apertura a otras culturas muy saludable, que era impensable hace algunas décadas en este país. La pregunta con la que termino es, ¿podría salir por Barcelona un judío ortodoxo sin sucitar miradas de recelo? ¿Se podría asistir a una univesidad de Barcelona con la "kipá" puesta sin provocar reacciones negativas hoy en día? No sé si realmente quiero conocer la respuesta.


Este artículo fue escrito por Alan, autor de los blogs "Humor por Horas" y "NBA hispana". Alan también ha publicado dos libros de relatos online, "Zapping y otros cuentos" y "Piotr y los chuchufletes".