viernes, 5 de diciembre de 2008

Toledo ¡¿Un caso más?!

Hace un mes, un corto artículo aparecido en la prensa local de Castilla la Mancha contaba con tono lacónico, que los alumnos de un colegio público de Toledo iban a iniciar el nuevo curso en presencia de nuevos compañeros "los restos de un cementerio judío medieval encontrado durante las obras de construcción de seis nuevas aulas".

Así empezamos a recabar información y, unos días después, viajamos hacia Toledo, acompañados de expertos venidos de Israel.
Lo que pasó hace un año y medio en Tárrega, pequeña ciudad de Cataluña, a unos 120 kilómetros al oeste de Barcelona, se repite ahora en la "capital de Sefarad", Toledo, cuya comunidad representó lo más desarrollado y espectacular de la cultura judía en la historia de la península Ibérica. Hasta tal punto que se llegó a compararla con Jerusalén.
Toledo fue la cuna de una sociedad en la que el judaísmo convivió con la tradición católica y la musulmana, creando una cultura singular. Es donde se llegó a crear la famosa escuela de traductores, claro símbolo de la voluntad de entendimiento de sus habitantes.
Pero Toledo marcó especialmente la vida judía a través de lo que más la singulariza: su Ley. Los rabinos de la ciudad, entre ellos Rabenu Yonah Gerondi y el Rosh, Rabí Asher Ben Yejiel, son las piedras angulares de la tradición rabínica y del judaísmo tal y como lo conocemos hoy.
El Rosh, nacido en 1250, llegó de Ashkenaz (Alemania) huyendo de las matanzas que tuvieron lugar a principios del siglo XIV. Primero se radica en Barcelona, donde es recibido por el Rashba, Rabí Shlomo Ben Adret y después sigue hasta Toledo, donde se convierte en el Rabino de la ciudad. Sus amplias enseñanzas serán introducidas 170 años después en el cómputo clásico de la tradición judía, el "Shulján aruj" (la "Mesa puesta").
Esta ciudad hizo soñar a decenas de generaciones de judíos estudiosos del Talmud, con la ayuda de los textos de estos rabinos, y a millones de judíos que reconocen en ella una vivencia cultural excepcional.
Todo ello fue borrado del mapa de España un terrible día de agosto de 1492, cuando los reyes católicos expulsaron a los judíos de sus reinos y dispersaron los bienes de sus comunidades, cementerios milenarios incluidos.
Cuando uno se encuentra cara a cara con esta historia, físicamente, viendo hoy los restos de estas personas desaparecidas hace siglos, el salto en el Tiempo es abrumador… Ya que por encima de los museos, de los pocos objetos diseminados por el mundo por los exiliados sefardíes, son los cementerios los que preocupan al judaísmo, es en ellos que se encuentran las comunidades de antaño y es en ellos que se debe manifestar la toma de responsabilidades de la sociedad española respecto a la sangrienta historia de la expulsión y la inquisición.
Dada la enorme importancia del caso de Toledo, el Centro de Estudios Zakhor solicitó inmediatamente a las autoridades locales que el cementerio fuese preservado y que los restos encontrados en las treinta tumbas excavadas por los arqueólogos puedan ser reinhumados in situ. Pero las autoridades locales han retomado, después de una corta pausa, las excavaciones iniciadas. Por ello importa la voz de cada persona que se siente afectada.
Hace 2 años, con la Comisión de Patrimonio de las Comunidades Judías de Cataluña, presentamos a la Generalitat de Catalunya una solicitud de preservación para salvar el cementerio judío de Montjuïc, que tuvo una respuesta positiva. Es un primer ejemplo de lo que se puede realizar en distintos puntos del estado, si nos mantenemos coherentes con nuestra tradición.

Toledo puede, si lo decide así, seguir siendo un referente de respeto hacia las distintas culturas que la formaron, incorporando además a su patrimonio un espacio de profundo sentido cultural.
Pero la situación es muy precaria y hoy nuestro deber es explicar la sensibilidad judía respecto a los antiguos lugares de entierro y exigir un deber de memoria a nuestros conciudadanos. De esta preocupación depende el futuro de centenares de cementerios medievales y refleja, por encima de las demás consideraciones, el respeto de nuestra tradición hacia la Vida.
* Del Centro de Estudios Zakhor
www.zakhor.net