miércoles, 21 de enero de 2009

El gran desafío de Barak Obama


Por: Daniel Alaluf

Los recientes enfrentamientos entre Israel y Hamas en la región, sin duda le recuerdan al nuevo presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, que deberá tomar una postura clara en lo que respecta al conflicto en Oriente Medio. Mientras que hasta fines de diciembre del 2008 los asesores de Obama consideraban que las primeras medidas en la región deberían estar relacionadas al poder atómico iraní, esta nueva contienda entre israelíes y palestinos cambiará el orden de las prioridades del nuevo gobierno americano.

Desde la caída de la Unión Soviética en 1991 los Estados Unidos han sido la fuerza dominante en Oriente Medio, al igual que en otros lugares del planeta; pero en los últimos años esta notable influencia ha ido disminuyendo debido a las fracasadas políticas impuestas por la -ahora si finalizada- Administración Bush. Durante la última década el gobierno de Bush ha puesto claramente en duda sus capacidades para poder ser un factor clave en la resolución de los conflictos en el área, esto ha debilitado también su imagen en el mundo entero. Una correcta intervención en las diferentes crisis existentes en Medio Oriente será un medio eficaz a fin de restaurar la credibilidad del mundo en el poder mediador de los Estados Unidos.

El nuevo presidente deberá enfrentar los complejos problemas de la región, muchos de los cuales están interrelacionados: el fracaso americano en Irak, la futura capacidad nuclear iraní, el estancamiento en el proceso de paz palestino-israelí y la existencia de gobiernos débiles en la Autonomía Palestina y Líbano - ambos amenazados por grupos fundamentalistas islámicos: Hamas y Hizbollá.

Como sucede con muchos otros temas, aún se desconoce, fehacientemente, cual será la política a aplicar por el Presidente americano en la región. Si bien ya se conocen a los actores principales elegidos por Obama para su equipo de Seguridad Nacional, todavía no quedan en claro cuales serán las prioridades de su política exterior.

El dilema es claro: ¿se inclinará Obama al ala izquierda de su Partido, liderada por Jimmy Carter o mantendrá una línea similar a la que observamos durante las últimas dos décadas? Tras analizar la composición de su grupo de trabajo: Hillary Clinton, Robert Gates y James Jones -entre otros- estamos en condiciones de suponer que la política exterior de Obama no tendrá cambios radicales, la misma será una continuación de la implementada durante la Administración de Bill Clinton, pero fundamentalmente intentando reparar los daños que generaron los ocho años de gobierno de George W. Bush.

Obama e Israel

Como todo presidente americano, también Barack Obama, protegerá la especial relación existente entre los Estados Unidos y el Estado judío, pero, a su vez deberá mejorar sus lazos con el mundo árabe.

Barack Obama deberá realizar esfuerzos a fin de promover dos acuerdos de paz fundamentales para la estabilidad de la región: Israel y los palestinos e Israel y Siria. A fin de hacer viables estos acuerdos deberá el nuevo presidente ejercer presión sobre el lado israelí, tal como lo hiciera Clinton en su momento, y quebrar la situación actual generada por George W. Bush en la cual los intereses israelíes son primordiales frente a los intereses sirios o palestinos. Barack Obama deberá considerar las necesidades de ambos lados y según éstas deberá presionar a todas las partes del conflicto a fin de lograr acuerdos duraderos.

Si las intenciones del presidente americano, para lograr un acuerdo de paz duradero entre palestinos e israelíes son reales, deberá encontrar el balance necesario a fin de evitar por un lado la construcción israelí en los territorios ocupados y por el otro evitar la proliferación el terror, la incitación y la violencia palestina. Obama deberá decidir como actuar frente a Hamas, este grupo terrorista no reconoce al Estado de Israel ni acepta una posible negociación con éste, pero aún así, representa a un tercio del pueblo palestino. La posición del nuevo gobierno americano será determinante en el desarrollo de las negociaciones entre israelíes y palestinos.

Si bien Obama deberá mantenerse imparcial a fin de poder ser un mediador potable en este conflicto, esto no significa que los lazos especiales entre los EE.UU. e Israel se vean dañados. Los Estados Unidos son un verdadero "amigo" del Estado de Israel, pero, el rol de amigo puede ser observado al menos de dos formas: 1) prestando apoyo incondicional para "pelear" con el resto del mundo sin criticar ni analizar los motivos de las "peleas" (tal como lo hiciera la Administración Bush) ó, 2) asistiendo al "amigo", a solucionar los problemas, en ciertos casos utilizando herramientas que "ayuden" a este amigo a entrar en razón.

Obama tendrá la obligación de re definir la peligrosa relación de amistad con Israel creada por George W. Bush, a fin de que la misma lleve a lograr tranquilidad duradera en la región.

La novia siria

El segundo acuerdo que deberá promover Obama será entre Israel y Siria. Un acuerdo de este tipo alejaría a Siria del régimen iraní y debilitaría aún más la posición internacional del país de los Ayatolas.

Si el nuevo presidente logra hacer uso de su indiscutido carisma a fin de encontrar el balance correcto entre el mundo árabe e Israel, en los próximos años podremos ver un Medio Oriente mejor, con menos grupos radicales y más países productivos. La elección de Hillary Clinton como Secretaria de Estado genera esperanzas tanto en el mundo árabe como en los sectores moderados de la sociedad israelí. La Sra. Clinton tiene las capacidades necesarias para ser una respetada y efectiva mediadora entre Israel y sus enemigos.

El próximo premier israelí debe tener muy en claro que la situación ha cambiado. Israel no contará con el ciego apoyo americano, tal como lo diera Bush en los últimos años. Israel contará con un amigo que le dará las posibilidades de un futuro mejor y a su vez lo limitará cuando esté por equivocarse. La sociedad entre ambos países continuará pero la fórmula será distinta.

Conclusión

El nuevo presidente deberá dar prioridad a los diferentes conflictos existentes en Oriente Medio. El programa nuclear iraní debe ser detenido urgentemente y la intervención americana en el proceso de paz entre palestinos e israelíes también debe ser rápida dado que se están debilitando las voces de quienes apoyan una solución de dos Estados para dos pueblos. Mientras que llegar a un acuerdo definitivo en este último caso es complicado, y el mismo deberá ser implementado paulatinamente; un acuerdo definitivo entre Israel y Siria puede ser obtenido más rápidamente. Todos estos esfuerzos deben ser realizados paralelamente, ya que el éxito en alguno de ellos influenciará los resultados en los otros.

La reconstrucción de las capacidades diplomáticas de los Estados Unidos en Medio Oriente será uno de los desafíos más importantes de esta nueva Administración, el camino será el obtención de acuerdos que den tranquilidad y seguridad a la zona. Las sorpresas que le esperan al nuevo presidente son muchas y en estos casos se pondrán a prueba sus capacidades y las de su flamante equipo de gobierno.