domingo, 15 de marzo de 2009

El Islam pone en peligro al mundo


Siempre me pregunto que clase de mundo le estamos dejando a nuestros hijos y nietos. Pero nunca había experimentado este pánico a la luz de tan graves e incomprensibles acontecimientos.
Siempre tuve asumido que la religión católica, con la ayuda de otras creencias, esencialmente la judía por sus profundas raíces humanistas, continuaría llevando al mundo a través de la senda de la cordura, el respeto por el otro y los principios morales.
Finalmente, entendí que íbamos perdiendo terreno a favor de las huestes islámicas, que apoyan sus prédicas en interpretaciones erróneas de los dictados de su religión. Debo reconocer que no conozco lo suficiente el Corán pero, convencido que hay un solo Dios, creía también que el libro sagrado de los musulmanes se inspiraría en valores iguales o, por lo menos, similares: el amor al prójimo, el respeto tanto por la vida propia como por la ajena, altos valores morales, etc.
El Islam dejó de lado esos principios para enfrascarse en una guerra de colonización total contra el mundo, como si la humanidad no hubiese tenido suficientes muestras de a qué extremos puede llegar el ser humano en pos de ganar una batalla, sin analizar si la razón está o no de su lado..
Así, vemos que en la antes poderosa caudilla del mundo, Gran Bretaña, hoy ha retirado de su currículo educativo el estudio del Holocausto, aduciendo que era un mito ” y ofendía” a la población musulmana allí refugiada, que llegó escapando de sus países de origen, permitiendo reiterados ataques a la comunidad judía; o en España, la abanderada del Catolicismo, que ha llegado al extremo que su jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para congraciarse con los musulmanes que se cobijaron en su país, se disfrazó con el pañuelo musulmán. Y eso no es casualidad o descuido, sino que estuvo estudiado y analizado, en momentos en que recrudecía la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza.
Todos estos avances sobre la civilización occidental se han llevado adelante esencialmente a través de amenazas de distinto tinte. En este sentido cabe recordar los ataques terroristas como el del 11S en Nueva York, con muchos miles de inocentes masacrados que nada tenían que ver con la política; o el del 11M en Madrid, otra vez con muchas víctimas; o en Londres, o el ataque a la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 o a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) dos años después, a cuyos autores aún hoy no se les pudo apresar, tanto por la desidia de los distintos Gobiernos argentinos, como por la protección que les proporciona la República Islámica de Irán.
O el poco interés demostrado por la Policía Internacional (Interpol), que tardó meses en dar ``el alerta rojo”'' al pedido de los jueces de Argentina de buscar y detener a los responsables de semejantes matanzas.
Cuando se perpetra uno y otro crimen y no se detiene y castiga a sus autores, lo más probable es que esos hechos se repitan, justamente como es el caso de la Embajada y la AMIA, dejando el campo libre a la posibilidad de otro ataque similar. Si a esto le agregamos que en la Argentina no sólo se refugiaron muchos criminales de guerra nazis tras la Segunda Guerra Mundial que hoy se permiten exhibir su svástica y realizar actos antisemitas, más allá que algunos funcionarios los nieguen como tales, amén de las declaraciones de uno de los excomulgados y ahora redimidos obispos lefebvreristas en un grave error político del papa Benedicto XVI, Richard Williamson, que negó el Holocausto o las agresiones a la Embajada de Israel en Buenos Aires, encabezada no sólo por musulmanes refugiados en Argentina, sino por un ex funcionario del Gobierno argentino, que hoy recibe un millón de dólares por mes, entre otras actitudes no muy claras, es fácil anticipar que el próximo objetivo del Islam sea este país.
Todo facilitado por la muy afiatada relación económica, tecnológica y militar, incluida la asistencia nuclear, de Hugo Chávez, el ``bolivariano'' (¿?) presidente de Venezuela con el tirano de la República de Irán, Mahmud Ahmadineyad, que ya le sirvió de pie para asentarse en Latinoamérica, comenzando por el país del Caribe y continuando con Bolivia, a través de su pusilánime mandatario Evo Morales, marioneta del caribeño y ahora también del iraní.
Desde aquel momento venimos tratando de alertar al mundo de la invasión malsana del Islam en la conciencia y la cultura occidentales. Hoy, con miedo por el futuro, notamos que el Islamismo ha sobrepasado a los seguidores de la propia religión católica, que cuenta en estos momentos en todo el mundo con poco más de 700 millones de almas, mientras que en la vereda de enfrente ya suman más de 1.300 millones, una cifra que aterra.
En función de este panorama poco tranquilizador y sin pretender ser apocalípticos, debemos asumir que cada judío, en Israel o en la Diáspora, debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para fortalecer cada vez más al Estado que nos representa y defiende, so pena de atravesar otra vez alguna de las terribles experiencias de nuestra historia como el auténtico ``Pueblo de la Biblia''.


Jaime Eduardo Umansky